The dialectique of evocation
La Dialéctica de la evocación
©Por Abdel Hernandez San Juan
la evocación es un concepto dialectico si bien ella no remite ni a la dialéctica materialista, siendo de por si inmaterial, ni a la negativa no siendo, como sostiene Stephen ni positiva ni negativa respecto a una esencia o identidad, pertenece, sin embargo, al ámbito de los pares lógicos entre opuestos que son al mismo tiempo lo mismo y lo contrario, que son cada uno parte en la identidad del otro conteniéndolo a la vez que su contrario
Ella se articula entre los dos elementos del par lógico y un tercero que cae afuera de ellos con respecto al cual va y viene de la diada a la triada, algo que remite a la dialéctica de Hegel
si prestamos atención al modo en que Stephen A Tyler la discute vemos que al definirla como lo que habilita el lenguaje, como aquello sin lo cual representación, tropos y escritura no serían posibles, está situada en el lado de la génesis de esos lenguajes, en tanto por otro lado, al preguntar si ella se corresponde o pertenece a patters o estructuras que sean susceptibles de nuestra acción y manipulación consciente decía que sí y que no, si porque al habilitar los lenguajes y al ellos no ser posibles sin ella, se sitúa del lado del trabajo y la manipulación de esos lenguajes, es decir, de la génesis misma de la representación, la escrituras y los tropos en tanto no desde el momento en que al estos lenguajes ser defectuosos, demasiado poco o demasiado mucho respecto a lo que quieren sustituir o expresar de nuestros pensamiento o intenciones, ella es más que esos lenguajes llenando los silencios entre los hablantes y recomendándose a sí misma como el medio o la vía necesaria para trabajar con mi concepto de repeticiones no repetitivas
Visto asi ella es al mismo tiempo estructura y génesis, en un lado, y en el otro, frente aquello que son carencias y excesos en los lenguajes, ella es par lógico de la representación, su otro lógico o su inverso, en tanto al mismo tiempo dialécticamente se contienen, la evocación es ella misma porque no es representación, pero no es ella misma sin su opuesto, la representación, y es ella misma porque es al mismo tiempo es representación y a la inversa, una vez son lo mismo y otra vez son los opuestos, se establece asi entra ambas una relacion con un tercero que les queda afuera o exterior que son, por un lado, aquello que relaciona representación y evocación a lo representado o evocado, o bien el mundo, la realidad o la pura referencialidad –los objetos de esa representación o evocación—bien estos sean reflejados en ellas o denotados por ellas, o bien el sentido que en general presupone su elucidación por uno mismo o por un otro
Pero como puede ella perteneciendo al mismo tiempo a la génesis que habilita los lenguajes y los hace posibles estemos o no en dominios de la manipulación consciente de esos lenguajes y aquello que llena los vacíos que dejan los hablantes y oyentes, o que no resuelven las trayectorias de los sintagmas y los paradigmas?
Deberemos pues desenredar la madeja de la evocación y elaborar su teoría comprensiva
Veámoslo asi. Esto nos lleva a diferenciar el sustantivo del adjetivo, del verbo y del sujeto, distinguiendo la evocación, de evocar, de lo evocativo, y de lo evocado.
Lo evocado, sin dudas, es un efecto no una causa en sí mismo, si tomamos como referencia lo que en términos ontológicos es de suponer es en sí, es primero un efecto perse a que una vez estemos frente a ella en modo efectivo pueda al evocar ser causa de siguientes efectos.
No soy muy dado de por si a pensar en términos de causas y efectos, entre otras cosas, porque se trata de un par lógico que se trae consigo inmanencias del mundo físico, químico o sustancial donde las relaciones presuponen cierta secuencialidad, esto primero, luego lo derivado, que no funcionan de ese mismo modo en la sociedad, el lenguaje y la cultura, pero certeramente cuando es un sustantivo es la evocación sin tiempo definido, es intemporal, está en todas las formas del tiempo o entre ellas y a la vez en ninguna, pero cuando es un adjetivo es lo evocativo y si consideramos que desde el punto de vista empírico y de los datos de nuestros sentidos, solo podemos preguntarnos por el sustantivo si lo reconocemos como adjetivo, es decir, si hemos vivido cosas evocativas o que evocan, admitimos que es un efecto antes que una causa y en este caso su intemporalidad cede al tiempo de ese efecto en que se hace efectiva, en este sentido, en términos ontológicos, la evocación es requerida de ser vivida, experienciada o conocida o bien en lenguajes motivados que forman parte de la comunicación o bien en relaciones entre objetos, imágenes o cosas cuyas relaciones, sin ser propiamente lenguajes, nos resultan evocativas por el modo como activan relaciones en las formas del recuerdo o la memoria,
dicho esto, se hace explicito que la evocación pertenece al ámbito del sentido, ella no es quizás un significado o una significación, pero si una relacion de sentido, para que algo resulte evocativo tiene que hacer algún sentido, un sentido, por lo mismo, que sea evocativo o donde el sentido mismo consiste en una evocación,
Visto asi, en su relacion al sentido, la evocación pertenecería al ámbito de la semántica, pero si somos precisos en definir aquello que de por si conforma a la semántica, las isotopías o trayectos de congruencia por medio de los cuales se crean las explicitaciones de sentido, incluso remitiéndonos a nociones que participan en hacer posible el sentido y los significados tales como las relaciones diferenciales entre signos, los significantes o los interpretantes caemos en el hecho de que ella presupone una forma del sentido que no siempre puede ser reducida a ellos y que no se origina en ellos, signo, significante, interpretante
Dentro de o alrededor de esos conceptos, un signo, un significante, pueden ser evocativos, pero ellos mismos no son la evocación pues esta última pertenece al orden inmaterial del sentido mismo, no queda ni en el lado de la materia del lenguaje –léxico, sustancia de la expresión, imagen acústica, escritura, icono, etc--ni en el lado de sus significados precisos, ella es una forma más abierta, indeterminada del sentido pero al mismo tiempo no puede ser reducida a lo abierto o a la indeterminación dado que su alcance cuando evoca adquiere una constelación de sentidos relativamente contreñidos a lo evocado, aquello que llamamos evocativo esta constelado por elementos que interactuando o resultando en relacion resultan evocar, ella puede por lo tanto darse lo mismo en sentidos sensoriales y emotivos, que en conceptos teóricos y abstractos.
Los conceptos abstractos tienen su campo de sentido pero al mismo tiempo como abstracciones son más abiertos o indeterminados la palabra lo dice más abstractos que las ordinarias palabras de la enciclopedia a través de las cuales los signos significan una cosa y no otras, mientras más cerrado es el campo de sentidos sugerido por una palabra o relacion entre palabras –entiéndase tambien imágenes o sonidos en general—menos evocativa resulta, pero al mismo tiempo aunque abierta e indeterminada ella no es polisemia o diseminación donde el sentido se acerca a cero o se diluye en la entropía, contempla un radio mensurable de haces de sentido contreñidas a lo evocado si bien cabría preguntarse hasta que punto toda relacion de sentido cualquiera que esta sea no es de por si una forma de evocación aunque no todas las formas del sentido capten o comuniquen de un modo más certero lo propiamente evocativo sino especialmente aquellas en que lejos de decir toda forma de sentido es una evocación decimos unas entre ellas son más evocaciones que otras.
la evocación en este sentido en que unos sentidos se acercan más a ella que otros, es un efecto que remite no a unidades simples cerradas sobre si mismas como el signo, el icono o el significado, sino que relaciones evocativas pueden resultar de haces de sentido más complejas o de relaciones gramaticales entre muchos elementos ordenados y relacionados en un cierto modo
Pero lo peculiar de ella y que abre la riqueza del campo de su discusión es que se desplaza entre territorios muy distintos unos de otros estando presente en todos, forma del sentido, puede viajar desde relaciones conceptuales muy complejas y teóricas que se forman de asociaciones evocativas teóricas, hasta relaciones muy intrincadas en su tramas, puede moverse desde lo literario de ficción, hasta lo teórico de conocimiento, y como decíamos antes, desde formas de lenguaje, hasta relaciones entre formas que no son ellas mismas lenguajes como cuando en el recuerdo o la memoria simplemente algo que vemos o elementos de cosas que vemos y relacionamos nos resultan evocativas, un arcoíris, por ejemplo, en el atardecer, un modo dado en que cae la luz en el poniente de un follaje junto a la neblina, un rostro que vemos que nos evoca algo conocido, donde no recordamos quien es con precisión pero sentimos haberlo visto antes, una situación que nos evoca, de modo que en términos de su vehículo o del modo en que hace par con las formas ella se desplaza por todos los momentos de la forma y de su ontología sin poder ser remitida a un modo constreñido de las formas
Sin dudas al ser sentido la evocación no es la forma ni es una forma, pero tampoco es, siguiendo los pares con que Hegel relaciona la forma, esencia en un lado y contenido en el otro. Ella no está ausente de la representación, la escritura y los tropos pero como dice Stephen a Tyler ninguna de estas cosas serían posibles sin la evocación, su par más cercano, su otro, su otredad, su alteridad, su opuesto, aquel par lógico que es a la vez contrario pero indispensable, arte y parte, con ella, como decíamos, es la representación pues cualquiera que sea el vehículo en su modo de estar en la ontología de la forma, un lenguaje o algo en el mundo de los objetos y las cosas que nos resulta evocativo, bien sea en el modo activo de construir un lenguaje componiendo o bien en el modo pasivo de relacionar cosas que ya nos estaban pre-dadas, en ambas formas algo, un no lenguaje o un lenguaje, actúa en el modo de una representación o de una cuasi representación,
una relacion de elementos, imágenes, objetos o cosas tal cual como nos llega dada en la naturaleza o el mundo no es una representación ella en sí misma, pero toda vez que nos movemos desde ella hacia algo que a través de ella nos resulta evocativo, esa relacion de elementos ha trabajado como una cuasi representación en el sentido de que ha sido el vehículo, algo que ha tomado el lugar de otra cosa evocándola, para movernos hacia un sentido o unas relaciones de sentido que están más allá de ese vehículo bien sea en nuestra memoria emotiva, en nuestra memoria sensorial, en nuestra experiencia o como decía Stephen en nuestras memorias semánticas o episódicas
de modo que sea en el modo activo del recuerdo o en el modo pasivo de la memoria asi como de la memoria como totalidad que constriñe lo que Stephen llama las zetesis, su par es la representación bien se entienda en el sentido de la percepción o bien en el de la mimesis donde la representación es reflejo o imitación de lo real, la evocación trae implícito en su ontología la relacion entre un interpretante y un mundo o una realidad lo cual no significa que se reduzca al juego de los interpretantes o que se origine en ellos
Esto que yo llamaba los tres pliegues del tiempo de acuerdo a lo cual ella no puede ser retenida ni en uno ni en el otro, pasado, presente y futuro, sino entre los tres y que Stephen llamaba algo sin causa, telos u origen que prescinde del espacio y del tiempo aunque trabaja entre ellos remite a la inmaterialidad que la conecta al sentido
La evocación es asi en general una forma del sentido la cual sin embargo no puede ser reducida a las isotopías de la semántica y a la explicitación semántica en general aunque estas como la escritura, la representación y los tropos la requieran, y aunque en definitiva, del lado de la manipulación del lenguaje, los sentidos evocativos se obtengan por vía de conjugaciones isotópicas o explicitaciones semánticas
Siendo una forma del sentido que llamo abierta o indeterminada pero que puede moverse entre conceptos muy abstractos y tramas muy hilvanadas de referencia al mundo, y siendo par con la representación, su otro, su alter, ella nos remite como la representación por un lado a las relaciones entre formas e inmaterialidades que caracteriza de por si el proceso de significación no siendo sin embargo un significado como estos se recortan alrededor de un signo, por el otro a las relaciones entre una imagen y la realidad, entre un lenguaje y la realidad, entre una relacion de elementos y una realidad que corresponden al ámbito de la percepción y la representación respecto a los cuales ella explicita relaciones otras que la sola percepción y la sola representación no recubren y finalmente, en lo que respecta a lenguajes que creamos con intencionalidad expresiva ella corresponde a la relacion entre la parte y el todo
Todo lo anterior nos remite por un lado a las antinomias, de un lado las antinomias kantianas entre lo compuesto y lo simple, entre el espacio y el tiempo, de otro lado a las antinomias semánticas y finalmente a las antinomias de la representación como aquellas por ejemplo que se dan entre lo que consideramos realidad y lo que consideramos referencia a una realidad, y es aquí, entre estas relaciones, donde adquiere forma mi concepto de las repeticiones no repetitivas que Stephen cita y discute.
Vayamos pues hacia una discusión más a fondo de este asunto. Antes de sumergirnos en análisis más teóricos de estos mismos asuntos, veamos desde el punto de vista ontológico las diferencias entre el sustantivo, el adjetivo, el verbo y el sujeto
La evocación, como sustantivo, evocación o la evocación, remite al concepto por lo que debería ser en sí, es decir, en su estado de cosa o ente en sí que abstraído ha de ser algo con cuyo sentido del concepto hemos de dar, vista como adjetivo lo evocativo ella designa el ser de algo, hemos pasado pues con estas dos formas del concepto al ser, una vez es concepto, evocación, otra vez es ser, lo evocativo, en el primero ella está detenida como en un estático, abstraída como un concepto de modo que allí es intemporal, pero en el segundo es un ser y como ser su temporalidad es el devenir, pero como verbo ella es la acción, evocar, es decir, relacionar cosas de un determinado modo bien en el lenguaje componiendo con elementos y relaciones entre las partes y el todo, o bien relacionando cosas si bien como hemos dicho hay efectos evocativos que no tienen verbo como cuando algo que vemos no creado por nosotros nos resulta evocativo, aun allí, relacionamos cosas, pero vista como sujeto ella es un algo lo evocado y ese algo, mientras antes la veíamos escindida de la forma o como un sentido o unas relaciones de sentido que se mueven entre tantas formas que no pueden ser reducidas a la forma, en lo evocado ella adquiere una forma
Desde esta perspectiva ella se desplaza a través de las usuales relaciones que Hegel examinaba para la lógica y cuyas elucidaciones eran dialécticas, entre el concepto y el ser, entre la forma y el contenido, en tanto resulta de interés el hecho de que ella no subraya una forma de la identidad o de la esencia positiva o negativa como argüía Stephen, la representación es de por si una repetición que no es igual a lo representado lo cual subraya una no identidad o una no coincidencia siendo en este sentido una forma de lo que yo definía como una repetición no repetitiva pero al mismo tiempo, como repetición, la representación presupone la repetición de una identidad o el supuesto mismo de identidad entre la representación y lo representado, la evocación en este sentido, capta de forma más completa y propio a ella la no identidad implícita a esa repetición, lejos de ocurrirle como a la representación que resulta defectuosa respecto a lo representado no adecuándose a ello, ella es como sostiene Stephen respecto a mi concepto de repeticiones no repetitivas el concepto adecuado para trabajar con estas repeticiones no repetitivas,
de hecho, yo pienso que tu describes nuestra situación actual, en palabras de Stephen, la evocación es el medio necesario para tratar y trabajar con tu concepto de las repeticiones no repetitivas o repeticiones sin identidad y se recomienda a si misma por razones que llamare, en palabras de Stephen, la pluralización de los discursos
Ahora bien, precisamente por ello, la discusión sobre la evocación no se limita solo o únicamente a su par lógico como lo otro de la representación en que ambas son lo mismo y tambien lo opuesto, si la evocación es el medio necesario para trabajar con las repeticiones no repetitivas se relaciona con la representación en tanto aquella es de por sí, perse a su ilusión de que repite la identidad de lo representado en ella, una repetición no repetitiva en que no hay identidad en esa repetición, en que no es igual a lo representado ni adecuada a ello, pero asi, ya es su opuesto, subraya en la representación su no adecuación como un momento suyo que la representación por sí misma no comprende ni resuelve, según lo cual es al mismo tiempo lo contrario a todo el ámbito de la mendacidad de la representación a que según Stephen ha conducido a la situación actual con la pluralización de los discursos,
Y asi siendo su opuesto ella se relaciona al ámbito de la verdad, entendida tanto en el sentido de filosofía de las ciencias, la búsqueda de la verdad, como en el sentido ontológico y ético. Y este lado de la evocación que se relaciona a la verdad –dado de por si en ser lo que habilita el lenguaje y lo hace posible, exige respecto a ella una reconstrucción teórica mucho más profunda. Porque pensamos que la evocación está relacionada a la verdad o como mínimo más cerca de ella o más propicia para trabajar con ella?
Esta no es una pregunta fácil o sencilla de responder precisamente en un contexto actual en el que como dice Stephen las separaciones entre razón, sentido común, estética y política han sido relativizadas por la retórica
A grandes rasgos parece obvio que evocar sentidos presupone una relacion con el contenido y los significados de lo dicho menos controladora, menos autoritaria y lineal, ciertamente si la retórica ha llegado a relativizar la autonomía de razón, sentido común, estética y política como ámbitos en si separados ha sido porque la ideología del contenido y los significados, es decir, los estereotipos y prejuicios sobre que hay que significar o decir respecto a las cosas ha dominado por sobre el espíritu de búsqueda y exploración que caracterizaba la humildad y el no autoritarismo controlador e impositivo del espíritu que buscaba el conocimiento y la verdad antes de que esas separaciones fueran negadas,
otro tanto, porque al ser el otro o la alteridad de la representación subraya los límites, la no coincidencia, la no identidad de aquella, su no adecuación respecto a lo representado, y por lo tanto se ofrece como una posibilidad de acuerdo a la cual no se pretende remplazar lo que las cosas son por sus representaciones, pero visto asi, ella esta entonces en los dos lados que son antinómicos a la representación, por un lado, está situada en el ámbito de la ontología de la realidad o de lo real, respecto al cual no se ofrece a diferencia de la representación, como su delegado o su verdadero sustituto o representante –el signo, por ejemplo, como sustituto del objeto que denota en la significación o cualquier otra forma de sustitución o delegación implícita a toda representación---, sino como otra forma de aproximarse a ese ámbito en el que ya no se pretende repetir la realidad afuera de ella según la identidad de un reflejo o de una delegación, de un remplazo o sustitución del mundo por el lenguaje, es decir, nos conduce a la dialéctica que hace a la ontología misma de lo real entre realidad y posibilidad que Hegel definía como contingente y experimental,
es su opuesto, tambien, porque del lado de acá, relativo no ya al mundo sino al lenguaje y lo que es de suponer este refleja, es entonces condición de posibilidad del lenguaje mismo, se sitúa asi entre la ontología de la génesis y la estructura, y la ontología del mundo o la realidad, pero es al mismo tiempo sentido, y en tanto es sentido, ella vuelve a la identidad de la repetición aunque esta identidad sea no repetitiva o no identitaria o a lo que Stephen llamaba la supresión de la diferencia que la ficción misma de la identidad supone y como tal subraya a la representación su propia diferencia no identitaria, su no coincidencia, pero a la vez aquello que en la diferencia es irreductible a toda representación.
Y es visto asi que ella parece, como sugiere Stephen, caer del lado de lo que consideramos sincrónico o simultaneo, lo cual no hace otra cosa que remitirnos de nuevo a como el mundo en si es vivido por la experiencia a diferencia de su representación, en tanto al mismo tiempo, al captar sin remplazarlo por una ilusión de identidad en la repetición, esa sincronía o simultaneidad del mundo en sí en que se dan las experiencias, ella remite en términos sugeridos por Stephen a un sublime de lo cotidiano, sublime que no deja de habilitar tambien a nuestros lenguajes de sentido común
Todo esto nos lleva a la comprensión de que la evocación requiere un esfuerzo teórico descomunal a ser pensado en términos tanto de ontología, como de epistemología, método y telos que abarque incluso la discusión científica no solo sobre la lógica misma de los sentidos en esta última, sino tambien la de los principios en arreglo a la verdad y es este esfuerzo el que me he propuesto en el presente.
De hecho, es precisamente la cuestión de la verdad aquella que más nítidamente nos lleva a la dialéctica no ya solo por la lógica diádica y tríadica que tenemos entre la evocación y la representación, sino tambien porque indudablemente no tendríamos forma de constatar la relacion entre la evocación y la verdad si concibiéramos la verdad en términos, por ejemplo, meramente pragmáticos, pero tampoco en términos históricos o contextuales, ya que la evocación no se relaciona como lo que es de suyo a ninguno de estos dos campos.
Si la evocación es una forma del sentido que por un lado habilita y hace posible el lenguaje y por el otro llena los espacios que limitan a aquel moviéndose entre la génesis y la estructura por un lado, aquel independiente a nuestras efectivas manipulaciones, y entre la parte y el todo, por el otro, relacionado a nuestras efectivos usos del lenguaje, su relacion a la verdad implica, por un lado, su relacion a la dialéctica que la relaciona a la representación y a los objetos de esa representación, por el otro, a nuestras relaciones con los sentidos, remite pues a las verdades clásicas desde las cuales se disciernen las relaciones originarias entre ser, concepto, fenómeno, apariencia, realidad, génesis, dialéctica.
Si nos remitimos a Hegel veremos que consideraba que verdad era aquello que no podía ser separado de su opuesto.
De hecho, Hegel llamaba verdad o verdadero solo y únicamente a aquello cuyo ser en sí o identidad, cuya coincidencia consigo mismo no podía ser comprendida fuera de su relacion a su opuesto o contrario, asi decía por ejemplo que es imposible comprender lo que es el mundo en si existente sin comprender que ese mundo en si lleva dentro suyo a su contrario, el mundo Fenomenico y reflejado, y que no podía ser comprendida la identidad, el ser en sí y la coincidencia consigo mismo del mundo Fenomenico y reflejado sino comprendíamos que este tenía en sí mismo el mundo en si existente,
por un lado se los debe comprender separados, mundo en si no es mundo reflejado, como evocación no es representación, un mundo reflejado o fenómeno no es mundo en sí pero al mismo tiempo no es mundo fenoménico y reflejado sin ser mundo en sí y a la inversa, pero visto asi no son nada ni la una ni la otra, solo conteniendo cada uno al otro se entiende que son dos momentos de lo mismo y que sus diferencias se manifiestan como momentos sin cuyas otredades no es posible entender sus identidades, decía, por ejemplo, que apariencia no es esencia, que una y otra son lo opuesto, pero que no es posible captar a una y a otra sin comprender que cada una trae en si como parte de su propia identidad a la otra,
un padre es padre porque tiene un hijo y un hijo es hijo porque tiene un padre, si quitas al padre el hijo ya no es hijo sino persona en general, lo que esta abajo esta abajo porque hay un arriba, si quitas el arriba dejar de ser abajo, otro tanto con la izquierda y la derecha si quitas una o la otra, ya no son izquierda o derecha sino solo direcciones o lugares en general.
Para Hegel la verdad y asi lo afirmaba, lo verdadero, es la dialéctica de los opuestos que son lo mismo y son lo contrario en su misma identidad.
Esta idea de la verdad era de por si un poco aristotélica, aunque no con la misma complejidad teórica, Aristóteles sostenía cosas parecidas
Pero la representación misma como su otro que es a su vez parte en su identidad y a la inversa, la evocación parte en la identidad de aquella, presupone dos momentos diferenciados, una cosa es remitir la representación al ámbito meramente reflejo, es decir, perceptivo o relacionado a nuestra relacion con las multiplicidades sensibles, el modo en que nos representamos el mundo en el plano meramente de los sentidos, oler, sabor, vista, oído, etc, o en el psicológico y otra muy distinta es la representación cuando la consideramos como una forma de lenguaje con la cual pretendemos representar una determinada realidad en el sentido de una mayor o menor verosimilitud respecto a aquella a efectos de un tercero, donde la representación no es ya mero reflejo cuya repetición viene captada en esa simple extrinsecación que refracta unos datos de los sentidos o un modo representado de las multiplicidades sensibles, sino un constructo de lenguaje dirigido a sustituir la realidad por sus signos o sus imágenes en el modo de determinadas formas del realismo, concepto el cual se refiere ya al modo de esas representaciones en torno a aquella realidad y que como sabemos nos lleva a las disparidades de presuposiciones muy distintas entre sí sobre lo que es más o menos realista asi como a las contradicciones entre supuestos sobre el realismo, un realismo descriptivo, no es lo mismo que un realismo perspectivista en el sentido renacentista, no es lo mismo que un realismo naturalista, simbolista o estructuralista
A decir verdad la segunda acepción ya la hemos discutido, hemos dicho que toda representación es una repetición pero que mientras la representación quiere usualmente traer consigo la identidad de lo representado en su repetición, la evocación subraya, en tanto concepto remitido a mi concepto de una repetición no repetitiva o no identitario, los limites y defectos de la representación, el hecho de que aquella no es coincidente ni adecuada a lo que representa, pero dado que su limitación misma es ser respecto a aquello representación queda en defecto ante su propia limitación no captando la no identidad de la repetición, la evocación, en su lugar, se especializa en que esa repetición no es idéntica, no es coincidente, que esa repetición es una diferencia respecto a aquello que supondría representar, y que esa no identidad en la repetición requiere otro tipo de relacion frente al objeto, la realidad, los datos de los sentidos o las relaciones de sentido
Pero aquí ya estamos en la primera acepción que no hemos igualmente discutido. En lo que respecta a los reflejos entendidos como meros datos de los sentidos, es decir, a los reflejos que nos hacemos de lo que los clásicos llamaban las multiplicidades sensibles, el mundo de la palpable sensorialidad, las implicaciones que subraya la evocación frente a la representación tienen resultados distintos, dado que no estamos hablando aquí de la sustitución o el remplazo envuelto en la representación referencial en torno a objetos o cosas, sino de un mero captar o reflejar la palpable sensorialidad, la evocación viene aquí a delinear que se trata de un proceso de simultaneidades y sincronías irreductibles a la linealidad a que es tendiente la comprensión de esos reflejos entendidos como representaciones.
Y de nuevo, no se trata de negar que haya representación, sino de decir que por un lado esa representación no es más que una evocación y que a la inversa, esa evocación es alguna forma de representación.
Asi, más perceptible su diferencia en esta primera acepción, vemos que esos supuestos reflejos no son ellos mismos más que evocaciones, un sabor de un helado, de una fruta, de un vegetal, en el momento en que lo pruebo es simple sentir biológico, podríamos decir, que una cierta imagen espectral o especular co-habita en ese mismo sentir biológico entre su estar siendo sentido y su estar siendo retenido, pero asi no es un reflejo, sino una evocación, la misma que luego, cuando no está ante la efectiva prueba biológica de ese sabor podemos recordar evocándola, lo mismo con el sonido, o el tacto, tocamos algo poroso y lo diferenciamos de algo sedoso, de una piel o una tela, y podemos luego recodar esas tactilidades diferenciándolas pudiendo volver a evocarlas frente a una siguiente en su diferencia o rellamarla en nuestra memoria,
en este sentido, el llamado reflejo de los sentidos cuando despega del mero sentir biológico, mantiene como repetición respecto a lo vivido, una relacion de evocación, el concepto de reflejo, de hecho, ha preponderando debido a la recurrencia de la vista a dominar sobre los restantes sentidos, cuando vemos algo, por el efecto óptico, tenemos su impresión biológica, pero la retención-repetición de esa sensación más allá de la palpable sensorialidad cuando pasa a ser repetida en una imagen no es más que una evocación.
Visto asi, la evocación viene aquí a subrayar que esa repetición no es ya aquel estimulo, sino una imagen del estímulo que en su repetición no es más idéntica a su estimulo, sino que lo evoca, desde este punto de vista la evocación subraya a la representación-guiada por la ilusión de que la sensación se refleja, que el trabajo de la repetición presupone una diferencia y en este sentido podríamos decir que, mientras desde el punto de vista de la vivencia en sí, señala que la misma es sincrónica y simultánea, irreductible a la linealidad del esto después de lo otro propio a la ilusión representacional, inicia tambien antes o más rápido, la comprensión de que la diferencia de la repetición es ya el inicio de una abstracción, camino que va en dirección al concepto.
Ahora bien, de nuevo, no se trata de negar que esa repetición contiene representación y es en última instancia una modalidad de representación, se trata de que como su par lógico, la representación está allí en el momento de la evocación y a la inversa, la evocación en el momento de la representación.
Los pares lógicos, como decía Hegel, por un lado se necesitan y se son inclusivos, cada uno contiene dentro suyo al otro en su propia identidad, pero al mismo tiempo se eliminan, es decir, que si no hay evocación en esa repetición de la palpable sensorialidad no hay representación, la representación, como decía Stephen, depende de la evocación y no puede ser adecuada o adecuarse a lo que representa sin la evocación, pero tambien a la inversa, si no hay representación, se elimina la evocación, una vez vemos como cada una trae dentro suyo a su opuesto que forma parte de su identidad, otra vez requerimos separarlas para comprender en lo que cada una es de por si lo que no es de la otra, pero otra vez, se eliminan, si arriba deja de tener un abajo deja de ser arriba, si no hay derecha, la izquierda deja de ser tal, he ahí la eliminación.
El momento de la eliminación muestra la necesidad mutua pero es menos dramático que el momento de la separación puesto que solo en la separación se percibe lo que de cada una está en exceso, al comprenderse sin su contrario, la representación ha creído captar el mundo no solo el de la palpable sensorialidad sino el de su remplazo de los objetos y el de su referencialidad o denotación, mimesis o imitación de la realidad y el mundo, según una linealidad y una ilusión de identidad en la repetición que no solo excede y deforma lo que realmente ocurre, la ficción que es toda ilusión de identidad a que se refería Stephen cuando decía que la identidad suprime la diferencia, tenemos aquí todas las ideologías representacionalistas excedidas sobre la conciencia como reflejo de la realidad, o sobre la conciencia como alta organización refleja de la materia, --como si la conciencia fuera una réplica de aquella en otro nivel de organización sin comprender su diferencia--, asi como toda la ideología representacionalista del realismo como objetividad fidedigna respecto al mundo y los hechos, asi como el exceso representacionalista en que se han basado todos los modos excedidos de suponer que la representación delega o es el delegado de sus representados
Y a la inversa al momento de la separación subraya a la evocación que esta sin representación podría derivar en una deriva en la que nunca hay retención o en la que en última instancia reducido a formas de sentido abiertas e indeterminadas el lenguaje mismo con sus significaciones y sobre todo los códigos que hacen posible la comunicación serían imposibles, el mundo sería solo evocable y no podríamos en el lenguaje arreglarnos respecto a él en el entendimiento, los hombres vagarían en intelectualizaciones abstractas o en poetizaciones, pero difícilmente podrían valerse del lenguaje o de los símbolos, para coordinar su relacion con el mundo y las cosas.
Visto asi, si nos remitimos por ejemplo a mis análisis sobre el horizonte intramundano, mientras la evocación capta la sincronía y la simultaneidad que es más propia al modo en que se vive y experiencia, no puede captar como la interpretación y la hermenéutica hilvanan la práctica para lo cual es requerido la significativization y niveles de explicitación semánticos lo suficientemente precisos como para que lo que hacemos sea congruente en términos de nuestro sentido común y de las cosas que hilan lo que hacemos y lo que pensamos.
La evocación no es representación, pero la evocación sin representación no sería evocación y a la inversa, la representación no es evocación, pero sin evocación no podría ser representación ni adecuarse a lo representado.
Pero lo que a mí me resulta más interesante y enigmático de la evocación, que Stephen llamaba misterioso o místico, no está en esto sino antes bien en el paso que ella supone del concepto al ser y a la inversa, incluyendo el verbo y el sujeto.
El campo de la evocación tiene asi su propia independencia respecto a aquel de la representación y una de estas cosas únicas a ella estriba por un lado en su ser una forma del sentido e incluso el sentido mismo, la representación nunca es ella misma el sentido, desde este punto de vista caemos en el hecho de que la evocación es primaria y más amplia que la representación aunque la necesite. Dado que la representación de por si no trae el sentido no lo tendría por si misma sin evocación.
Pero más allá de ello, porque resulta de ello que por lo general lo que relaciona a cualquier concepto con el campo semántico que explica a ese concepto o que ese concepto significa no es otra cosa que una evocación, si yo escojo el concepto digamos ser en si y digo que un ser en si es un ser que solo es sin que tengamos hacia ello ninguna exterioridad, sin que incluso reparemos en ello, que un ser en si es algo que coincide consigo mismo por todos sus lados y es uno e indivisible con el mismo siendo, lleno con una explicación el campo semántico y de sentidos que ese concepto encierra, pero cuando me pregunto que relaciona al concepto con su campo de sentidos, digo que lo que lo relaciona es una evocación, el concepto ser en si evoca lo explicado que su sentido cubre, si yo digo, que desde el momento en que reparo sobre ello y lo reflexiono ya ese ser en si no es en sí, sino que está reflejándose en mi subjetividad y que por lo tanto hay una exterioridad hacia ello, evoco que esa subjetividad es a la par o al mismo tiempo que aquel ser en si del cual hablo y que desde ese momento lo que dije sobre el ser en si no es más que el concepto de ser en si, pero no el ser en sí, todo lo nuevo que dije, es tambien una evocación que evoca simultáneamente al ser en si y la conciencia o autoconciencia en aquello se reflexiona.
De modo que la evocación se refiere en general al modo que trabajan los sentidos pero como decía en otro momento hay formas del sentido que son menos evocativas y diría que ello es asi en la medida en que esas formas se acercan a su opuesto, la representación, cuando un signo es representación de un objeto en cuyo lugar el signo esta, el signo por un lado representa al objeto en tanto lo remplaza y en tanto lo significa en la medida en que ello ocurre la evocación es menor
Y desde este momento reparamos en que las antinomias de la evocación son más amplias y complexivas en sus implicaciones ontológicas y epistemológicas que aquellas de la representación, en efecto, el campo de las antinomias de la representación se reduce a las contradicciones entre las formas del realismo en tanto a ella compete el momento de la repetición y la imitación de su objeto, en tanto el campo de las antinomias de la evocación nos conduce a relaciones mucho más complejas como decía antes por un lado las antinomias kantianas entre lo simple y lo compuesto, por el otro las antinomias del tiempo y el espacio.
Explicar aquí las antinomias kantianas se haría muy extenso y desviado, estas pueden leerse en el volumen uno de la lógica de Hegel pero en lo que aquí compete y en forma sintética digamos que lo que está compuesto es exterior o externo a aquello que conforman los elementos de esa composición pero al mismo tiempo lo compuesto está integrado por esos elementos y como tal se supondría que tendría que ser el resultado o la sumatoria de los elementos pero visto asi los elementos simples uno a uno no explican la composición que requiere hacia ellos una exterioridad y donde una vez compuesto se eliminan los elementos simples,
si la composición resulta de sus elementos no parece exterior sino resultado pero visto asi no sería composición sino un simple agregado, por lo tanto, la composición no es la simple suma de los elementos sino algo distinto que se hace con ellos, que esta primero, es la pregunta, la composición o los elementos simples, esta antinomia, traída al plano de la evocación se explica en el siguiente modo,
si la evocación trabaja con la sincronía y la simultaneidad en una secuencia es de suponer que a ella corresponden los elementos simples no asi la composición, pero al mismo tiempo, los elementos simples solo pueden relacionarse entre ellos por agregación, para que haya entre ellos otro tipo de relacion es necesario frente a ellos una exteriorización, un principio que extrínseco a ellos compone con esos elementos, elementos no se ha derivado de sus formas simples por lo que son en sí, sino del principio exteriorizado de composición con ellos, visto asi, la evocación deja de estar en el lado de los elementos simples ya que estos de por si no evocan nada, y solo puede darse con ella atraves de la composición.
Llevado al ámbito de los textos, de la escritura, esto se expresa en la relacion entre las partes y el todo. De modo que tenemos evocación, ahora en el sentido de la manipulación consciente del lenguaje en dos formas, una vez entre cada elemento y los sentidos que con ello se evoca, por ejemplo, entre un concepto y el campo semántico que lo explica, y otra vez, entre la composición o el todo que envuelve los elementos y los pone en relacion.
La evocación esta asi relacionada al concepto y a la composición, y como tal es expresión de ellos en el lenguaje. Visto asi ella es más amplia y primera respecto a la representación pues una representación en definitiva ha de funcionar dentro de alguna composición en tanto paradójicamente no hay una relacion directa ni siquiera implícita o de mutua implicación entre componer y representar, para componer no se necesita de la representación a no ser que la composición sea una mera repetición imitativa y en tal caso no sería propiamente una composición pues la relacion entre los elementos le vendría dada desde el objeto que es imitado los elementos en la composición se van a relacionar como están relacionados en el referente allá en lo real que es imitado, por lo tanto no hay composición, sino solo representación, asi en el mismo modo en que mientras más conciso es el significado de una palabra menos evocativa y más representacional resulta, en el mismo modo mientras más la unión y relacion entre los elementos simples en una composición, en el texto entre las partes y el todo, deriva de la exterioridad de esa composición respecto a los elementos donde esa exterioridad no le viene dada a la composición de un modelo externo sino de su solo diseño, tenemos más evocación y menos representación.
Asi la relacion entre la proporción y el por ciento o el grado de ambas resulta de una deliberación autoral en términos de cómo trabaja la dialéctica de la evocación, unos libros son más evocativos que otros, en unos el por ciento o grado entre ambas se delibera en un modo en otros de otro modo
Referencias
Derrida Jacques, Génesis y estructura, de la Fenomenologia, Antropos
Hegel, ciencias de la lógica, Hachete
Tyler A Stephen, Evocation, the Unwriteable, a response to Abdel Hernandez San Juan, sep 9, rice university, 1997
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